sábado, 3 de mayo de 2014

El monstruo y la señorita

Él era un monstruo, un hombre sin piel. “No es un hombre de una pieza sino una máquina al desnudo con todos sus engranajes, mecanismos, truncos descubiertos”. Ella era una señorita de hermosa piel, de esas cuya mirada aparentemente vacía te hacía preguntar si realmente hay algo detrás. De las que sonreían siempre como si nada pasara en sus vidas pero ocultando siempre algo horrible detrás. Mientras él pensaba todo tal cual era, de forma devastadora; ella prefería ser sutil a la hora de hablar. Agradaba a todos pero no era conocida por nadie.

“Sin él darse cuenta suele enredarse, sufre malentendidos hasta jocosos, es víctima de equívocos en situaciones corrientes”, en cambio ella iba por la vida a paso firme pero con gracia, sin equivocaciones ni malentendidos. Quien la veía moverse llegaba a pensar que no había nadie más en control de la situación que ella. Es casi como si conociera cada paso que da y está por dar sin nunca cometer errores. Un día la llamaron bailarina, solo una podía tener tal dominio y elegancia en sus movimientos. El engaño duró hasta el día que la vieron bailar, lo hacía fatal.

A diferencia de la casi inexistente moral del monstruo, la señorita tiene alto sentido de lo ético. No es que no haya visto horrores en su vida, simplemente prefería “olvidar”. De otra forma no podía vivir, no podría hablar o siquiera ver a la cara a nadie, pensando en todo de lo que es capaz la humanidad. Ella está muy consciente de todo lo que conlleva ser un humano, “los inconvenientes que proceden de tener un nombre, las ambiciones jerárquicas, la defensa del orden”. No son sus problemas pero los vive como propios.

Así como él “es un ser desalmado que oscila entre cálculos falaces e imprevisiones esmeradas”, ella tiene un alma pura y prefiere una vida sin tantos números ni cuentas. Ella no es dura ni quiere serlo, sufrir es lo más cercano que tiene a ser un humano completo. Porque como él, ella también está inconclusa. Quizás es por eso que se llevan tan bien, o algo así.

Citas e inspiración extraídas del poema "El montruo" de Rafael Cadenas

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