sábado, 3 de mayo de 2014

Tropezar una vez más

“Dime una cosa; ¿qué te produciría más espanto: que tu marido se te apareciera muerto, ó verlo resucitar?”. Con esta frase Rosalía pone en evidencia una pregunta mucho más profunda, ¿preferirías errar de la misma forma nuevamente, o ver a tu antiguo error a la cara cuando ya le habías enterrado en tu mente? 

A diario y como parte esencial del ser humano está el errar, meter la pata, poner la torta, cagarla (ya siendo vulgares). Parece ser un defecto genético con el que todos cargamos, a pesar de nunca haber sido oficial y científicamente comprobado por grandes universidades o laboratorios. Bien sea elegir mal la ruta en un viaje o tener como pareja a la persona incorrecta, vamos dejando errores muertos en nuestro andar.

María se encuentra viuda de un, en palabras de su prima, pazguato, se encuentra defendiéndolo a pesar de saber que en efecto eso era. “Un caso de amor póstumo. ¡Caramba!” dijo Rosalía. Y nos encontramos con otro de esos errorcillos en el ADN humano; así como buscamos solo lo bueno de las personas que se van, ignorando todo lo malo, de la misma forma luego que se comete un error buscamos una especie de aprendizaje de él. Y el mero hecho de encontrar una salida moral a nuestra pequeña cagada parece glorificarlo, pasó de esa forma por un designio divino y ahora me he vuelto más sabio.

Ojalá el aprendizaje hubiese sido no volver a equivocarnos de esa forma porque luego de meter la pata la cosa parece no terminar allí, junto a esta extraña costumbre de cometer errores, también tenemos el tupé de ser reincidentes. Vamos por la vida pensando: “La última vez que pasé por ese camino tropecé con una raíz, pero SEGURO que ya la raíz se fue y no me vuelve a pasar”, y nos vemos con otro raspón en la rodilla porque, de forma obvia, caímos una vez más.

Y otra vez buscamos esa moraleja que nos haga sentir mejor, eso que aparentemente no aprendimos las últimas tres veces que tropezamos.

1- La naturaleza es inevitable.
2- Somos nuestras raíces y nunca hay que olvidarlas.
3- Quizás deberías tomar el camino sin raíces en el suelo, genio.
4- ¿A quién engañamos?, vas a seguir haciéndolo.

Inspirado en el capítulo 1 de "El hombre de hierro" de Rufino Blanco Fombona

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