domingo, 12 de abril de 2015

Admirador secreto

La nostalgia inunda mis venas lentamente, gota a gota de este agrio sentimiento a través de una intravenosa que no puedo desconectar. No existe tal intravenosa, es una ilusión de mi mente. Ojalá fuera fácil desconectar mi cerebro.

El tiempo se hace más lento, al igual que mi respiración, pero los pensamientos se niegan a frenar su ritmo y siguen fluyendo con rapidez. Miro los rostros a mi alrededor buscando algo que no conozco pero sabiendo que si lo veo lo reconoceré; anhelando eso que nunca he tenido pero creyendo que ya debo poseer.

Entonces llegas tú, me sonríes y de repente todo se vuelve tan claro que parece increíble no haberlo visto antes. Eras tú lo que le hacía falta a esta vida tan vacía. Me vuelvo un manojo de nervios, no sé qué hacer con este amor que no conocía y tu sonrisa despertó. ¿Y si me acerco para declararte mi amor perpetuo? 

-Hola, quizás no me recuerdes, te he visto muchas veces pero me acabo de dar cuenta lo mucho que te amo. 

Me ves con algo de sorpresa en tus ojos pero noto también cierto brillo, algo de aceptación, que me hace continuar.

-Siempre he creído necesitar algo, los días no cumplen ningún propósito. Te necesito a ti, sólo a ti.

En este punto ya no tengo miedo, las palabras manan con seguridad. Incluso me aventuro a tomar tu mano y a acercarme un poco más.

-No me abandones, no quiero vivir ahora si no te tengo. No sabría regresar a ese mundo del que me has sacado sin proponértelo. ¿Aceptas pasar el resto de tus días conmigo? Y digo tus días porque los míos se acabarían junto a los tuyos.

Nunca había hablado tanto con una persona, lo hago a menudo conmigo, creo que no cuento como persona. Tomo una bocanada de aire y finalizo mi improvisado discurso.

-Me siento con ganas de gritar que eres el amor de mi vida.

Entonces ocurre lo más loco que pude haber planeado, te ríes. No es una de esas risas que te hacen sentir inferior, burlescas. Es una risa propia de alguien que celebra.

-Ya te habías tardado un poco en aceptarlo, ¿sabes?

Sin más palabras nos besamos, sellando una promesa de amor para la eternidad.

Parpadeo un par de veces y tu sonrisa ya no está. Nuevamente he tardado demasiado en dejar salir mi afecto y te has ido. Me prometo dejar de amarte, reconozco que es imposible. Repito, una vez más, que la próxima vez no dejaré pasar la oportunidad. Cual alcohólico que se dice no volver a tocar un trago. Me contento con esas inútiles palabras, mi placebo, y pronto olvido que pudiste ser para mí. El espacio vuelve a aminorar su velocidad y ya no recuerdo que eso que busco eres tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario